¿Te cuento algo?

El proceso de trabajar en nuestra forma de comer en absoluto es lineal, es decir, no se trata de que nos llenemos de alimentos prohibidos ni mucho menos terminar contando calorías.

Al contrario, es un camino lleno de subidas y bajadas, de días buenos y malos; de cuestionarnos constantemente las razones verdaderas por las cuáles nos estamos aventurando a hacer estos cambios.

Es necesario, dar tiempo y espacio para ir integrando poco a poco toda esa nueva información que nos arroja el autoconocimiento; en ocasiones, es necesario parar para tomar un respiro o hasta dar uno o varios pasos hacia atrás, tomar otra perspectiva para re-dirigir el proceso.

En lo particular, me gusta hablar de la incomodidad que se vive, que literalmente necesita uno atravesar. Usualmente viene disfrazada de enojo, frustración, ira y/o tristeza; es aquí donde las crisis nos permiten aprender de nuestras propias emociones, para poder cuestionarnos dónde vamos a acomodar todas esas emociones/pensamientos relacionados a nuestra forma de comer o nuestro mismo cuerpo.

De nosotros depende el resignificar los motivos por los cuáles queremos trabajar para integrar nuevos patrones de conducta relacionados al cómo comemos, qué es lo que comemos o cuándo lo comemos. Es posible en compañía de un profesional de la salud que esté sensibilizado con temas relacionados a alimentación intuitiva, psicología de la nutrición, etc.; que cuente con recursos psicológicos como emocionales.